Esto no es una historia, le faltarían años, ni siquiera una crónica y menos una anécdota. Es simplemente un recuerdo de nuestra Córdoba, que se nos fue ayer nomás.
Se llamaba Fernando Albiero Bertapelle y había venido de un pueblito de la provincia vecina de Santa Fe, y no de Italia como muchos creyeron.
Antes de hacerse famoso por su vestimenta y por sus flores, empezó a trabajar en el viejo bar y confitería “Richmond”, allá por la calle Buenos Aires frente a la plaza San Martín. No importa saber de qué, sólo diremos que fue desde 1931 a 1933. En el año 1936, merced a un a recomendación de un famoso abogado penalista, que tenía su estudio jurídico justamente con otro no menos conocido, por la calle Rivera Indarte al 500, entró a trabajar en un club aristocrático y su figura empezó a visualizarse por las calles de la ciudad vestido de etiqueta, con un pequeño ramito de flores en su solapa y un lustroso bastón cuya empuñadura era una bola de billar legitima de marfil, adminículo que le ocasionaría varios inconvenientes en su pintoresca vida, cuando se le salía del madero.
Más tarde lo individualizaron con mayor nitidez, porque agrega a su atuendo "un florido lenguaje", cuando se dirigía en especial a las damas de "la docta", y su nombre de pila se pierde definitivamente, hasta para sus propios allegados, porque es la ciudad de Córdoba, quien lo bautiza por siempre, con los apodos de “Ventanita Florida” (por culpa de una nota de Dn. Azor Grimaut) y por el apelativo de “Jardín Florido”, que finalmente le quedará hasta su desaparición. Al correr el tiempo “Jardín Florido” se adueña de las arterias de la ciudad que le dio su nombre. Ocurre que ambos se complementaban.
La ciudad, porque evidentemente protege al personaje que ha engendrado y “el hombrecito elegante y piropeador” sabedor de ello, agradecido le irá perfumando las calles de piropos. Posteriormente “Jardín Florido” entra a trabajar en una inmobiliaria (Villalón), en la calle 25 de Mayo al 200, al lado del Hotel Victoria, donde realiza excelentes negocios, que le permiten adquirir su conocido automóvil “Packard” que muchas personas aseguraban, había sido de Carlos Gardel, (cosa que no es cierto, pues el coche del cantor, que era replica del que comentamos, había sido adquirido por un vecino Alta Córdoba), con floreros en los costados, que nuestro personaje no dejaba nunca de ponerle flores. Entonces, hasta aquí, hemos descartado dos arraigadas suposiciones demostrando que “Jardín Florido” no era ni traficante de drogas, ni que su coche era de Carlos Gardel, como se decía.
Ahora pasaremos a relatar sus intimidades. Sabemos que "Jardín Florido" vivía en Alta Córdoba, en la calle Antonio del Viso 738, planta baja, al lado de la comisaría séptima, de estado civil soltero, pero pocos conocerán que vivió en una finca, propiedad del señor Sebastián Monserrat, alrededor de 30 años y que falleció en ella, en julio de 1963, entre las 9 y 10 de la mañana, cuando tenía 88 años. Y que poco tiempo antes de su desaparición, le agradaba de sobremanera tomar el tranvía cuando estaba en movimiento, demostrando de paso un excelente estado físico.
Este personaje novelesco de la Córdoba nuestra, no vivía solo como muchos podían suponer. No, compartía sus horas, en compañía de una dama, nativa del departamento Sobremonte. Relación amorosa que llegó a prolongarse alrededor de 10 años, hasta su muerte.
Además diremos que la comida, la recibía de la confitería del Plata, (pues era muy amigo de sus dueños). Por ultimo comentaremos que su especial modo de pensar y vivir, lo llevó a ser culpable de una involuntaria tragedia. Allá por 1953/54 conduciéndose en su famoso Packard al llegar a la intersección de las calles Urquiza y Jerónimo Luis de Cabrera, al observar una hermosa mujer que pasaba por las inmediaciones, no pudo con su genio, soltó el volante de su coche con intenciones de sacarse su galera y arrojarle una flor a la bella dama, como era su costumbre, e imprevistamente se llevó por delante con su coche a tres escolares de la escuela Garcia Faure. Perdiendo a su automóvil a su pequeña fortuna en concepto de indemnización y otros gastos. Solo nos resta decir que "Jardín Florido" fue, una parte indivisible de la Córdoba romántica y que se podría definir con los versos del poeta que decía:
No se que dice suspirando el agua,
del rio que cruzaba en su piragua,
el indio aquel que se llamo Suquía.
No se que dicen sus perennes voces,
pero adivino que me reconoces,
y me hace mucho bien! Córdoba mía!
FUENTE: www.cordobaargentina.com.ar
Lo veía transitar por el Boulevar 9 de julio, piropeando a las damas que transitaban por ahí, sumamente elegante y respetuoso, y las féminas le devolvían una sonrisa,
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