sábado, 2 de octubre de 2010

HUMOR CORDOBÉS - HISTORIA


Encontré esta nota y la publico, aunque ya tiene sus años, porque creo que ayuda a recordar algo de la historia de nuestro humor.


Por Emanuel Rodríguez

Miguel Bravo Tedín en su libro Hortensia y Córdoba decía que la revista fundada por Alberto Cognigni fue una consecuencia lógica del ser cordobés, la concreción natural de un estilo de humor nacido de la contradicción de estilos de vida que conforman a la sociedad cordobesa: la vida “monacal y moralista" junto a la vida “liberal, disoluta”. Hortensia consagró un tipo de humor que Ana B. Flores, directora del Grupo de Investigadores del Humor (GIH), caracteriza como “costumbrista, en la tradición del humor argentino desde Fray Mocho en adelante, con un registro satírico paródico –que no son características excluyentes del humor cordobés, claro– y que recurre a los registros del lenguaje popular, a los juegos de palabras, al apodo, al no si vuá”.Se trata de una tradición de indiscutible vigencia en el teatro veraniego, en el humor radial de AM y en la calle misma: el humor cordobés típico sigue siendo una rasgo de identidad de fácil constatación y una fuente de ingresos comparable en más de un sentido a la venta de alfajores tradicionales: la cargada, el apodo espontáneo, la invención de vocablos y la exageración de la tonada no corren peligro de extinguirse. Sin embargo hay otras manifestaciones humorísticas que no reconocen la tradición del “Gordo” Oviedo, Cognigni, y la extensa lista de ilustres humoristas que han forjado la fama de Córdoba como capital nacional del chiste. Un humor que a pesar de la eficacia de las estrategias consagradas, busca la risa por otras vetas y que la misma Hortensia también contuvo. Flores advierte que la revista, “que fue paradigma del humor tradicional cordobés, incluyó semillas de lo que más tarde fueron otros tipos de humor: el Boogie de Fontanarrosa, por ejemplo o el trabajo de Furnier o Angonoa… la revista que recogió y reformuló el humor popular cordobés también tuvo otros registros: el absurdo, el sinsentido, la ironía”.

Nuevos referentes
Hoy por hoy el campo del otro humor cordobés tiene entre sus representantes más reconocidos a Los Modernos, que removieron las tablas con su “Breve Desconcierto Breve”, y al cambiante Daniel Aráoz, que va y viene entre explotar el estereotipo del cordobés al modo Negrazón y Chaveta en algunas apariciones televisivas y sorprender con experimentos absurdos e hilarantes en la música y en el teatro. El listado se extiende a pequeñas revistas independientes como Peinate que viene gente, Los hijos de la pavota y La Orden del Bufón, producciones teatrales en circuitos under como las de Gonzalo Marull (Quinotos al rhum), Amoratadas (Todos necesitamos placer, cada uno se las arregla como puede), el Teatro Minúsculo, La Negra (A la mojiganga), Ariel Ávila (El ósculo del crepúsculo), y producciones cinematográficas, cortos en su gran mayoría, que suelen pasar por el Cineclub Municipal. Una de las más significativas diferencias tiene que ver con los referentes: el humor cordobés tradicional se alimenta de su propia y rica historia, apelando a fórmulas del tipo “como decía el troesma Tissera” o “a esta historia la cuentan en el boliche” (“boliche” puede cambiar por “pueblo” cuando el humorista llega del interior de la provincia, como Cacho Buenaventura).El otro humor reconoce influencias fronteras afuera, que van desde los bonaerenses del Parakultural que según Flores podrían ser uno de los orígenes de lo que se podría llamar “las estéticas disidentes de los ’90, hasta las sitcoms estadounidenses, incluyendo en el abanico a los Monty Python, Woody Allen, Mel Brooks, y a los “noventosos” David Letterman, Jerry Seinfeld, Los Simpsons y South Park. No sumar aquí la huella indeleble y seminal de Jorge Bonino sería imperdonable: 40 años atrás, y en Córdoba, él ya inauguraba esto de lo que hoy es casi un emergente.

Diferentes esquemas
El humor cordobés, popular y docto según la definición que circula aún hoy como un cliché de la misma Córdoba, siempre tuvo el trasfondo de crítica social inherente al costumbrismo: denuncia la desigualdad social y le da la voz al humilde, que es el que generalmente remata el chiste y tiene la última palabra, en un acto melancólico de resignación que reafirma un saber popular. El chiste termina con la sentencia, en estricto “cordobés básico”, del representante de lo popular: A: “Yo soy un obrero del canto”. B: “¡Zonzón pa’ elegí laburo, vó’!”. El otro humor no repite ese esquema. Flores dice que “manifestaciones como la obra de César Aira o la revista Barcelona en Buenos Aires, o La piedra en el zapato, en Córdoba, de un humor aparentemente banal, suelen ser duramente criticadas desde una perspectiva moderna por carecer de un programa, por renegar incluso de las estructuras más progresistas, es un humor políticamente incorrecto hasta el exceso. Estas nuevas manifestaciones procuran corroer la racionalidad del sistema, lo que generan es inquietud; no hay ninguna certeza, y con eso producen una innovación estética que prepara una subjetividad capaz de percibir lo alternativo, lo nuevo, lo que aún no está programado”. Gonzalo Marull, lo plantea así: “La muerte de Mirta Legrand me haría reír, mi mamá recortando Maitena y pegándola en la heladera de mi casa me hace reír, un motoquero de 150 kilos llorando por Pappo me hace reír, un adolescente que no saca la vista de su celular siendo que por su lado pasó un 90-60-90 me hace reír. Yo en slip me hago reír... debería preguntarle a mi psicoanalista si estoy denunciando algo o me preocupo demasiado por mi cuerpo y la televisión”.

Códigos propios
La cuestión del lenguaje también pasa por la búsqueda de novedad: el grupo La Negra, por ejemplo, en la obra A la mojiganga puso sobre las tablas a protagonistas que hablaban como venezolanas y mejicanas, alejándose radicalmente del registro cordobés. Autoras y actrices, las integrantes del grupo dicen que “el humor del canturreo, de la cargadita, no nos interesa, ya no nos divierte, ya nos cansamos de escucharlo”. Alejandro Cargnelutti, director de Los hijos de la pavota (Jesús María) también plantea un agotamiento de las estructuras: “El humor cordobés es una marca registrada, ya todos sabemos cómo es, y ése es precisamente el problema: sin mucho esfuerzo uno ya puede adivinar cómo acabará el chiste y así es cada vez menos efectivo”.La generación de Cognigni configuró un sujeto cordobés típico: melancólico, chispeante, rápido para el apodo, bebedor, ácido, piropeador, inocentón. También configuró espacios de cordobesidad bien definidos: el bar, el burdel, la cancha, la esquina, el barrio Clínicas. Marcos Luc, coprotagonista de Para comerte mejor junto a Toto López, y líder de la banda Ma’PerQué opina que “Hortensia creó un humor turístico de Córdoba, un esquema típico for export, que funciona, que me hacer reír muchísimo, pero que ya está. Ahora hay que buscar otra cosa”. La búsqueda de otros caminos en el humor es, reacomodando la introducción de Bravo Tedín, la consecuencia lógica de otro ser cordobés, un estilo de humor nacido no tanto de la contradicción como del pastiche posmoderno y marca vientos de cambio por lo menos en lo que tiene que ver con la producción artística.Que los artistas emergentes se estén planteando la caducidad del chiste cordobés clásico no va a impedir en absoluto el “¡no ti hai privao ‘e nada!” que sale de las ventanillas de los autos que pasan cerca del gordo “pote e’ talco, porque no tiene cuello”, ni que la hinchada de Belgrano se luzca con una bandera como la que rezaba: “Tallere’, si estai vivo golpeá tres veces”. La cuestión viene a sumar a ese escenario más posibilidades de sonreír, y eso no puede ser malo.

Risas de mujer
El otro humor construye sujetos y se mueve por escenarios distintos al tradicional: del bar abierto de amplia vitrina y mesa convocante pasa al boliche de puerta angosta con un guardia en la entrada, de los cordobeses atravesados por la cuestión Universidad–Iglesia –Industria pasa a un sujeto posmoderno alienado para el que el drama social es una especie de cantilena fastidiosa, y la nocturnidad es otra: no tiene que ver con burdeles o bares de hombres en ronda de amigos sino con espacios mixtos donde la mujer (que en el humor cordobés tradicional aparece en tres variantes básicas: ama de casa –“bruja”; prostituta u objeto de deseo –"chichí", "chichisón" o "chichisononón"–, o anciana portadora del saber –que es en realidad una proyección temporal de los tipos anteriores–), disputa espacios equivalentes a los del hombre. Ahora, si bien el ingreso de la mujer como protagonista y productora de humor en Córdoba (Amoratadas y La Negra en teatro, Trinidad Reynoso en la revista Los hijos de la pavota) es un hecho que merece una reflexión aparte, la disputa es de apariencia desinteresada, banal, no combativa: el feminismo, como el peronismo, como el comunismo, sólo tiene lugar en tanto “consumo irónico” (el concepto es de Naomi Klein). De igual modo la disputa de espacios con el humor tradicional nunca es del todo seria ni supone la anulación del “no si vuá”.

Se trata, como afirma Flores, de un “proceso global, que no tiene características homogéneas, porque también hay diferencias entre este humor que produce inquietud y el de las sitcoms, que es más facilista y masivo”, un cambio de paradigmas en el mundo del humor que escapa obviamente a las fronteras de Córdoba y que tiene que ver con el acceso a otras producciones (la popularización del cable trajo a Seinfeld, a Saturday Night Live) y la saturación de la estructura del chiste primero con el furor de los libros recopilatorios a mediados de los ‘90, luego con el boom de los concursos de chistes en programas televisivos y finalmente con la propagación infinita de chistes por Internet.

FUENTE: LA VOZ DEL INTERIOR. Actualizado: domingo 3 de abril de 2005.

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