sábado, 6 de noviembre de 2010

GRAN HOTEL VIENA - MIRAMAR - PARTE 4


Se sabe que nació en Berlín, que era ingeniero de profesión y héroe de guerra entre 1939 y 1943. También es sabido que apareció en Miramar en el último año citado y que se hizo cargo de la seguridad del complejo hotelero, que custodió con mano de hierro junto con una grupo de hombres bien equipados. Según cuentan los testigos (ex empleados), era un sujeto alto, de fríos ojos celestes y siempre vestido impecablemente con traje gris y zapatos muy lustrados (una obsesión dentro del gremio de los militares). No conocemos cómo era su rostro. No hay a la fecha ninguna fotografía que lo muestre, pero por las descripciones que Patricia Zapata recopiló, era el modelo ejemplar del fenotipo teutón. Un ario que hubiera puesto orgulloso al mismísimo Führer.

Autoritario, leal, organizado y muy celoso de sus tareas, Martin Krüegger era la persona que llevaba adelante al Gran Hotel Viena y la única que lo habitó cuando, en 1945, Máximo Palhke se marchó para no regresar más.

Deambuló por el hotel hasta 1948. Los rumores cuentan que durante esos años recibió invitados. No se conoce quiénes fueron. Y no lo sabremos jamás. Cuando Krüegger apareció muerto por envenenamiento en una de las habitaciones que hay sobre las cocheras, se llevó con él muchos secretos a la tumba. Las investigaciones no pudieron determinar si había sido suicidio o asesinato. Fue velado por un par de vecinas del Gran Viena y enterrado en el cementerio de la ciudad de Balnearia. Hoy su tumba ya no existe. Sus restos consumidos terminaron, tras años sin reclamos, en el osario municipal. Aún después de muerto mantuvo el anonimato que siempre buscó; a tal punto que mucha gente niega hoy la existencia de este singular personaje.

¿Por qué negar algo que la mayoría de los empleados y lugareños recuerdan?

¿Quién fue realmente el ingeniero Martin Krüegger?

¿Era el fiel servidor de Máximo Palhke o algo más que eso?

En opinión de Patricia Zapata, Krüegger fue el personaje más importante de el Gran Hotel Viena.

¿A quién representaba? ¿Qué protegía con tanto celo? ¿Por qué motivo fue él quien se quedó en el hotel hasta el momento de su muerte?¿Colaboró, desde los grises muros del hotel, con el escape los criminales de guerra después de la derrota del nacionalsocialismo en 1945?

Conjeturas.

Meras conjeturas. Hipótesis que nunca serán comprobadas, a menos que aparezcan los documento que se llevaron y certifiquen estas alambicadas suposiciones.

Con relación al rol que cumplieron los Palhke en todo este asunto, también sobrevuelan muchas dudas.

¿Por qué se llevó a cabo semejante inversión si el hotel estuvo abierto por tan poco meses (de diciembre de 1945 a marzo de 1946)? ¿Por qué la familia no reclamó nunca un solo peso?

De hecho, actuaron como si nada de todo esa fuera suyo.

¿Quién era el verdadero propietario del Gran Viena, entonces? ¿De dónde provinieron los capitales para construirlo? ¿Lavaje de dinero nazi?

No lo sabemos.

"Para mí los Palhke no eran los dueños del hotel —dijo Zapata—, sino meros testaferros de alguien más importante. ¿Quién? Lo desconozco. Es difícil comprobar esto. Aún hoy, todos ocultan algo. Pero los capitales fueron, sin duda, del nacionalsocialismo alemán."

Numerosos estudios han confirmado en los últimos años el "lavado" de dinero nazi en nuestro país durante las décadas del "40 y "50 del siglo pasado. Del mismo modo han surgido innumerables libros que explotan uno de los mitos más arraigados desde los días de la segunda guerra mundial: el de la llegada de jerarcas y oro nazi en submarinos, pocos antes de la rendición alemana. Según uno de los libros más serios que hay al respecto, La Conexión Alemana, escrito por la investigadora Gaby Weber, el transporte de lingotes de oro hasta la Argentina "(...) es poco probable, no sólo por la distancia geográfica, sino por el peligro que implicaba el dominio de Inglaterra sobre las rutas marítimas. Es cierto que, poco después de finalizada la contienda, los submarinos alemanes U-530 y U-977 se rindieron a las autoridades en Mar del Plata. Pero se presume que fueron intentos individuales de fuga y no una transacción coordinada."

Es también necesario recordar que por aquellos días las cosas no eran tan fáciles, ni la ideología neoliberal se había desparramado por el mundo. Los estados vigilaban mucho la transmisión de dinero de un lado a otro y "(...) a partir de 1942 se dificultaron los giros del exterior a las cuentas argentinas, el Banco Central exigió declaraciones juradas sobre la finalidad de las transacciones: realizar una transferencia encubierta habría requerido demasiadas complicaciones ."

Por lo tanto, según Weber, "sólo fue posible ocultar el dinero que ya se encontraba en Sudamérica, pero no el que aún debía ser transportado. Antes del fin de la guerra, la filial argentina del Deutsche Bank recibió la orden de transferir el saldo de su cuenta en pesos en Buenos Aires a la Compañía Argentina de Mandatos Sociedad Anónima."

Ese tipo de operaciones se volvieron muy comunes. Todos sabían que el nacionalsocialismo tenía los días contados y que los vencedores iban a confiscar los bienes pertenecientes a Alemania en todas partes del mundo. Por ese motivo, los nazis residentes en nuestro país —organizados en la "Gau Ausland" (Comarca Extranjera)— "procuraron evitar la confiscación de sus propiedades transfiriendo las mismas a testaferros."

En este contexto podemos ubicar las inversiones millonarios de Máximo Palhke hechas en el Gran Hotel Viena. La época coincide, pero no hay pruebas documentales. De todos modos, si seguimos la línea argumental de Weber, "según la documentación obtenida hasta ahora, fueron sólo unas pocas transacciones y la mayor parte de ellas fallidas. Algunas fueron confiscadas por el gobierno argentino, a pesar del intento de «lavado», otras fueron reconocidas ilegalmente como propiedades de los «hombres de paja »."

FUENTE: www.monografias.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario