martes, 1 de marzo de 2011

ESTANCIA JESUÍTICA DE JESÚS MARÍA

La Estancia de Jesús María se encuentra a 50 kilómetros de la ciudad de Córdoba, cuatro kilómetros más al norte de la Estancia de La Caroya. Su ubicación no es fortuita: por allí pasaba el camino real hacia la capital del Virreinato.
En 1618, los jesuitas adquirieron por ocho mil pesos, las 20 mil cepas de viñas, el molino, 250 vacas, 25 bueyes y 30 cerdos de la Chacra de Guanusacate, nombre con el que designaban a esas tierras los indígenas sanavirones.
En 1620, rebautizada con su actual nombre cristiano, este segundo emprendimiento productivo de la Compañía de Jesús concentraba a los aborígenes que eran asalariados y a cerca de trescientos esclavos, comprados en el puerto de Buenos Aires, que llevaban la mayor carga de trabajo. Como era de esperar, en la finca no sólo se hablaba el latín, el español y el italiano, sino también las lenguas aborígenes y africanas. Mitad monasterio y mitad factoría, los ranchos destinados a los indios y a los esclavos, fueron cambiando por las construcciones de ladrillo, piedra y teja, características de la Orden. El patio central cerrado en dos costados por un claustro de dos niveles, las amplias galerías, los arcos de medio punto, cierran el estilo propio de la Compañía. Han desaparecido las construcciones destinadas a las habitaciones de indios y esclavos, así como los campos de cultivo y pastoreo.

La iglesia, de fachada sobria y nave única abovedada, posee un exterior sobrio, destacándose su importante cúpula central, ricamente ornamentada con bellos relieves en su interior que denotan las manos de los artistas aborígenes. Junto a la sacristía, la elegante espadaña de piedra completa la arquitectura de la finca.
Construida alrededor de un patio central cerrado en dos costados por un claustro de dos niveles, es notable la arquitectura de sus arcos superpuestos.

La producción vitivinícola de la Estancia de Jesús María alcanzó tal grado de calidad y desarrollo, que su fama trascendió las fronteras y se prolonga hasta nuestros días.
El lagrimilla, exquisito vino elaborado a partir del mosto de 48 mil cepas cultivadas, poseía un sabor tan singular que lo llevó a convertirse en el primer vino americano degustado en la mesa real de Felipe V en Madrid .
Luego de la expulsión de la Orden, la Estancia de Jesús María pasó a manos privadas hasta que en 1941 fue adquirida por el gobierno nacional y declarada monumento histórico. La estancia de la orden de los jesuitas fue convertida en museo en 1946.

En la planta baja de la estancia, lugar donde se elaboraba el famoso vino, hoy se encuentra una profusa colección de piezas arqueológicas de la zona. Un recorrido por las salas muestra imágenes religiosas, crucifijos, litografías, monedas y medallas, hasta llegar al tesoro jesuítico de Jesús María: la Inmaculada de madera, el Cristo de la Paciencia, los querubines legados por los guaraníes y otras tallas de impactante contextura americana.
En el año 2000 la UNESCO la declara Patrimonio Histórico de la Humanidad, junto a la Manzana Jesuítica de la ciudad de Córdoba y las Estancias de Santa Catalina, Caroya, Alta Gracia, La Candelaria y San Ignacio.

INFORMACIÓN: DE LA WEB


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